Son personas sin hogar; la mayoría viven en la calle, no porque quieran. Arrastran historias muy dolorosas, se sienten solas e invisibles. Nosotros les llevamos comida los jueves por la tarde, y es como visitar a nuestros amigos: a Juan, a Pedro, a Isabel, a Toni, a Nuria, etc. Cocinamos para ellos, les procuramos ropa, pero, sobre todo, nos interesamos por sus problemas o por ayudarlos en distintas gestiones; los acompañamos, conversamos y establecemos una relación con ellos de igual a igual. Muy pocas de las personas sin hogar tienen una enfermedad mental grave, no son delincuentes ni agresivos. Recibes más de lo que das. Muchos de ellos no quieren ir a los albergues porque están masificados; se exige una disciplina y unos horarios que, a veces, no pueden cumplir. ¡ Anímate y ayúdanos a ayudar! ¿Cómo? Preparando comida para repartir o donando alimentos para cocinar. |